******

A) La Simulación siempre tratará de hacer ver. No le interesa para nada que reconozcamos.

B) Si reconocemos, la Simulación trata de engañar, ya no a través de la vista, sino a través de los sentimientos.

C) A los sentimientos sólo los domina la Simulación. Los sentimientos libres juegan a gusto con quienes reconocen.

El Poder, eso que tanto desean las y los que esconden la cabeza del pánico que sienten de enfrentarse a los secretos de la Vida, ese está en los seres que están aprendiendo a reconocer el juego de los sentimientos, como mínimo.

Ese Poder es incomensurable. Puede matar a billones de seres en menos de un segundo. Puede aliviar y curar a billones de seres en menos que eso. Puede crear y destruir.

No hay dominio sobre ese Poder. Sólo la Simulación hace ver que ese dominio es beneficioso. Convierte el alcanzar a los beneficios en un círculo vicioso de dominaciones.

D) Miguel Furlock ahora mismo es incapaz de hablar del señor Lloris sin perder por completo la capacidad de hablar. Se ahoga literalmente. Con suerte saca la primera frase, luego se le cierra la garganta, se le nubla la vista  y un intenso grito le recorre todo el cuerpo. Ese Miguel Furlock soy yo, y hablo de mi en tercera persona para evitar exponerme aún más a esos sentimientos. No huyo, pero tampoco cabalgo sobre ellos, ni estoy para jugar en su compañía. Reconozco el poder que emana de ellos, y sé que ese su poder podrá materializarse en el momento adecuado. Este, desde luego, no lo es.

E) La Simulación sabe que me ha metido la daga. Su ideal es verme de rodillas. Su ideal es verme aceptar que no hay nada que pueda vencerla jamás. Quiere que yo vea a sus engaños, no que reconozca las energías.

F) Pero yo reconozco las energías, incluso más cuando menos. No las puedo dominar, sólo jugar con ellas. Si es al escondite, o si es al ajedrez, eso no importa. Juego es.

Mi padre lloró a todos los que tuvo que matar en la Segunda Guerra Mundial. Aún así, las lágrimas que virtió y la desazón que sintió el resto de su vida se mezclaron con el intento de dominar a sus sentimientos.  No vio la mano que mece la cuna, no reconoció que el no empuñó las armas. Nunca supo reconocer a la programación, y aquello de la Simulación le hubiera sonado a chino mandarín.

Mi madre sí que reconoció algunas manos. Pero pensó que podía luchar contra ellos, o usar el poder para su beneficio.

A mi me ha tocado reconocerlo a todo. Sin poder cambiar nada. Así es como se alcanza el Poder, se juega con esas energías cuando se pueda y hasta dónde se pueda (y un poquito más, que me gusta eso también).

G) Jamás de los jamases, un Amr sabrá evitar a los sentimientos. Si lo hiciera, no sería un Amr.

H) No hay programación que un Amr acepte. Reconoce en cualquiera de ellas la aberración del dominio.

I) Eso no es bonito. Eso es duro. Es injusto, y no para un o una Amr, sino para todos los demás que siguen escondiendo la cabeza en la Simulación para no verse enfrentados a los sentimientos, a la Vida y sus tesoros escondidos.

Para una o un Amr, sentir es indescriptible. No hay cuerpo que pueda expresarlo sin fundirse en pocos segundos. El cuerpo se protege ante esa capacidad, cerrando las vías de expresión. Por eso existe la literatura escrita. Los dedos no se niegan, porque son mucho más antíguos que cualquier cerebro, cualquier pulmón o tráquea. Teclean, pintan, dibujan… juegan.

En mi caso son dedos que sanan, que alivian y curan. También han matado, han destruido y enfermado a otros seres, cuando estaban dominados por el cerebro en pleno apogeo de simulación.

Pero yo sí reconozco a quien empuña la daga, y no fue yo ni nadie que esté vivo o muerto.

J) Cuando se le ataca despiadamente a una o un Amr, aguantará estoicamente todos los impactos. Por dentro se deshará mil y una veces, puede que más, por fuera se le verán las mil dos metamorfosis, puede que algunas más.

K) Luego llamará a sus amigos Amr. Les dirá que precisa la presencia física de ellos, la presencia espiritual y todas aquellas posibles.

L) Así se limpiará de las ganas de controlar el poder, mezclará jugadores que no se ven tan afectados como el o ella. Así se derrumbará para que pueda salir el dolor, sin que afecte a quienes los sufren en primerísima línea atacada.

Invariablemente, se trata de apretar el acelerador. Si hemos aprendido a curar en grupo y con éxito, ahora nos toca aprender a mezclarnos en aquellas situaciones en las que otro Amr acaba de recibir la hostia madre. Si no nos los pide, es que todavía no es Amr, pero también vale la pena reconocerlo en todo caso.

Hoy y durante los próximos días pasarán muchos seres por mi casa con ese propósito. De las más variadas formas y formatos. Lo harán, porque saben reconocer esa medida como parte de un juego que minimiza los éxitos de la simulación.

Os necesito.  Ese es el gran grito que la simulación no quiere que se escuche. Ese es el que – gracias al juego de las teclas y la consciencia – os llega perfectísimamente, bien explicado y claramente reconocible.

Así somos. Así nos juramos que iba a ser. Así lo cumplimos incluso los más rebeldes, porque nuestro hogar lo formamos todos, estemos dónde estemos.

*********

mira-mis-cielos

mira-mis-cielos

******