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El jaleo típico. Es hora del patio, y todas las clases abren sus esclusas para llenarlo. Ni una gota se queda atrás. Huir de las lecciones, poder hacer lo que uno quiera, liberar endorfinas y energías, respirar – sobre todo eso – aire libre, aire sin paredes, aire sin techo, aire sin estar encerrados.
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Pronto los gritos llaman la atención a algún profesor, que se acerca al grupo en una de las esquinas. «Ha sido el!», grita un niño y apunta con dedo acusador, curvado y de mala manera a un compañero de clase. Este niega con la mirada, pero tiene dos chupachups en la mano.
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En otra esquina algo parecido. En la tercera un pequeño motín, en el que se han rifado los chupachups de los más pequeños. El patio tiene muchas esquinas, los chupachups muchos amigos, y ya se sabe con los niños. Si se les deja, pronto hay opresión insoportable, los líderes se erigen sobre fama de matón, así que los profesores suelen intervenir con constancia para evitarlo.
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Así es como funciona el mundo. Un patio gigantesco, en el que unos apuntan a otros, unos lloran porque otros les han birlado los chupachups, etc., etc., etc.
Un patio, en el que todos deben a todos, pero a nadie se le ocurre una idea adulta, o de sentido común: si todos deben a todos, se borran las deudas de todos y se empieza de nuevo.
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Así lo arreglan los profesores. «Hala, a perdonarse y darse la mano. Tomad, dos chupachups para cada uno.», o por el estilo. Luego los niños vuelven a las clases, el patio se queda vacío, los gritos son como ecos interminables en la memoria.
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Hace mucho que no hace presencia ningún adulto en el patio de este planeta. Un adulto creativo, ese niño o niña que sobrevivió a las selvas de la sociedad, empezando por el patio del colegio.
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Mientras que se digne o no a aparecer, quienes podemos reconocer las cosas mucho antes de que se produzcan, nos vamos a buscar un país refugio. Así aseguramos que la semilla se mantenga, la luz siga brillando, la esperanza nunca se pierda.
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Los patios de los colegios no son los únicos sitios dónde se podía estar en las pausas o en el recreo. Pero de eso no tienen ni idea los que ahora se gritan y roban, y los que dentro de nada comenzarán a pegarse con más y más fuerza.
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Todo por no ir a clase. Todo por no querer amarse. Todo por no tener el más mínimo interés en saber y reconocerse.
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Bueno, encontraremos ese lugar, como lo encontramos cuando niños. La Gran Pelea para el patio, el seguir explorándonos en nuestros escondites.
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Ya se verá quien optó por salidas, en vez de arrinconar. Claramente además.
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Aunque cueste creerlo ahora viendo mi tamaño yo no siempre fui así.
En mi patio de colegio debía utilizar mucho más el coco que en las clases para no ser de “los arrinconados”, pero ya en aquel entonces tenía un ángel de la guarda muy eficaz, se llamaba instinto.
Cuando llegaba el momento de las tortas me volvía invisible (y esto es algo que sigue sin creerme casi nadie cuando lo cuento, pero era así… desaparecía sin irme) y si por casualidad fallaba esta habilidad siempre tenía un plan B preparado, llevaba otro chupachup escondido en los calzoncillos para entregar el chantajeado sin perder la sonrisa… por que esa era otra de mis habilidades instintivas, provocar incomodidad en el matón al ceder sin presión a la presión.
A medida que crecí comprobé que esta forma de actuar hacia que los matones más avezados pasaran de mi con un gesto de indiferencia cuando otros más novatos les instaban a tocarme los… chupachup, y claro, estos novatos carecían de la voluntad suficiente para rebelarse contra los deseos de su “gurú”… carecían de voluntad y, por regla general, de valor para hacerlo… y eso me llevo a el siguiente descubrimiento crucial para la supervivencia de mis chupachup en los recreos; todos ellos, incluidos sus jefecillos, en el fondo eran unos enormes cobardes.
Y así, entre revelación y sonrisa pase con más gloria que pena la edad en la que más vulnerable era a las agresiones matoniles. Después pegue el estirón y ahí se terminó la etapa de forma definitiva.
Sinceramente, nunca me tuve que buscar refugios, ni escondites. No lo necesite. Alguna guaya malaya me lleve, sí, pero alguna. Cuando comprendí mi entorno ya no me dieron ni una más, y lo mejor es que jamás utilice la fuerza.
De esta convivencia con el miedo primero y el aprendizaje después no fui plenamente consciente hasta muchos años después, aunque la percepción de que gracias a mi actitud los matones me trataban de forma diferente a los demás “pardillos” siempre la tuve; el caso es que comprendí que hay que aprender a comprender… y esa lección fue, para mí, de lo más útil en la vida… bueno, lo fue y lo es.
Hoy, como muy bien expresas, vivimos en un enorme patio de colegio y ni los profesores aportan algo de la madurez necesaria… quizá porque los profesores son los matones y eso influye. El caso es que entre lo aprendido ayer y lo aprendido hoy voy teniendo herramientas para seguir aprendiendo y a eso he de añadirle que he adquirido una habilidad extra genial… esquivo que te cagas. Jajajaja.
Un beso para ti y para la prole.
Varias decenas de besos de retorno por parte de la prole. Hay varios que me han dicho que la próxima vez que te vea, te dé la vuelta para ver si caen golosinas (no les voy a hacer caso, básicamente porque eso de darle la vuelta a la peña no es tan fácil a partir de ciertos tamaños, jejeje).
Amr-Amor.
Miguel
Hola Miguel, a ver si encontramos ese rinconcito o paraiso en medio de tantas luchas,y me parece que lo peor aun no ha llegado.
A veces pienso con lo facil que seria todo si cada cosa que hicieramos al projimo,nos pusiramos en su lugar,se actuaria de otra forma,pero el egoismo,la rivalidad,la envidia son sentimientos que hacen daño.
A veces me pregunto,¿que tiene que pasar para que esto cambie?
Mucho amor
Colegio viene de colegas, aquellos que se arrejuntan para fines equis.
Unos son los colegas que han montado el chiringuito, y otros los que llenan el patio.
El patio es donde pastan y engordan.
Hay un pacto de arriendo en este patio. Se paga y se cobra cuando llega la hora.
¿Ha llegado la hora?
Próximamente en las pantallas de sus televisores.
besos con el alma
Jejejeje… si señor!
Amr-Amor.
Miguel
Después de una noche violenta pero sin mayores consecuencias, el día de hoy se presenta estable en todos los seres de mi entorno.
Los enfermos están en fases respectivas de recuperación acorde a poder empezar a suspirar, echando parte de la tensión.
Espirales de desinfección, antisépticos, reprogramadoras de virus.
Amr-Amor.
Miguel
Hola 🙂
También están esos niños que sí logran llegar a imaginar la solución, que no comprenden el porqué de querer dos chupachups (el propio y el de otro) mientras que antes todos tenían uno y estaban felices… Esos niños que hubieran compartido su chupachup con uno o más colegas(sin chupachup) si no fuera porque en sus casas les habían enseñado que las salivas de cada uno no tienen que mezclarse con las de los demás.
Esos niños están en el patio del colegio sin saber qué hacer, que viven la misma situación que los demás, pero ven distintas cosas; no ven un patio: ven guijarros, ven la mosca limpiándose en uno de ellos, ven una verja, pero son demasiado bajitos para ver todavía lo que hay detrás, sólo los mas mayores consiguen atisbar algo si se esfuerzan y saltan. Los mayores también son los que saben que tarde o temprano podrán salir, deberán salir puesto que ya han aprendido en el colegio y en el patio lo que tenían que aprender. Esos niños son también los que entienden que hay un «problema» (esa palabra extraña que les habían enseñado). Son los que se dan cuenta que ver el «problema» no es útil si no ves la solución.
Tal vez, alguno de esos niños, cuando crezca, sea profesor y volverá al patio a poner las cosas en su sitio. Tal vez. Tal vez descubra que todos tenemos que pasar por el patio para hacernos fuertes.
Yo no lo sé. Todavía estoy en el patio. Uno de los mayores me ha contado algo de lo que ha llegado a atisbar tras la verja. Me cuesta comprenderle porque es difícil imaginar algo nuevo, algo diferente. Como explicar cómo es el color verde a un ciego, como explicar lo que es el Amor. Es más fácil hacer ver al ciego, es más fácil compartir el Amor. Tal vez no es que sea más fácil, sino el único camino.
Ahora tengo ganas de escalar la verja. Algunos dicen que es imposible. Otros que es peligroso. Otros no entienden porqué quiero hacerlo. Alguno que todavía tengo que crecer, que tengo que esperar en el patio. No sé a quien creer. Mi corazon está demasiado agitado de tanto habitar en el patio de recreo. Tal vez primero tenga que relajarme, tal vez tengo que cargar energía, o tal vez tengo que adentrarme en el patio… para coger carrerilla.
Abrazos con olor a aire puro de montaña para todos!
Hola Ling,
Bueno, yo de tí pasaría del patio a velocidad de vértigo, 🙂 . El recreo actual dista de ser instructivo o aprovechable, y si no has dado con una salida por la verja, mejor. No es por la verja dónde se sale, si no por la piel por dónde se entra.
Amr-Amor.
Miguel
De los laberintos, como del patio, sólo se sale volando, y eso ya lo sabemos hacer 🙂
Conocí un patio del colegio donde todos los niños jugaban sin deberse, sin odiarse, sin envidiarse. Los profesores sólo se paseaban por cumplir con su deber, porque no tenían gran trabajo de vigilancia. Trabajo fácil, decían. Los niños jugaban compartiendo, ayudándose, aprendiendo de los errores y los aciertos.
Porque el colegio en sí era el patio. Un mundo en el que nadie tenía que estar obligado a estar en ningún sitio. Un lugar donde podías buscar el lugar donde realmente querías estar.
Un abrazo emocionado con el patio, amigo.
Se te echa mucho de menos por aquí.
Esta semana te buscaré.
Muchos abrazos.
Dudas.
Hola nin!
No estaría mal, porque necesito un empujón en dos temas que se me están poniendo en plan «noooooo», y ya se sabe con las indecisiones, que son señal de simulación mordiendo, jajaja.
Abrazotes, espirales, Amr-Amor
Miguel