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Dicen las malas lenguas que el joven fotógrafo zen se encontró con una raíz en medio del supermercado.
Miró a la derecha, miró a la izquierda, y así hizo la raíz. Luego se miraron, no sin rascarse para ver si estaban despiertos o no.
El joven fotógrafo zen, simulando que se había caído un guante de plástico pegajosón de la frutería, recogió la raíz, la envolvió en la bolsa de plástico como si nada, la pesó y con el ticket de 2,35 euros la metió en la cesta de la compra, para seguir chirriando durante el resto de la ruta de aprovisionamiento.
En la caja logró simular total impasibilidad, incluso se dedicó a llenar el carro de la compra sin mirar imitando a la cajera que pasó la raíz en plan verdura muerta por el lector de barras.
«Treinta y ocho con cincuenta y siete. ¿Tiene coche en el parking? ¿Ha probado nuestra oferta de ….? ¿….?
En el camino a casa, el joven fotógrafo zen se aseguró que la raíz estuviera a gusto, pero no hablaron. Finalmente, con la puerta volviendo a su cierre, saltó una voz del carro de compra que asustó a gatos y demás seres que se habían reunido para la bienvenida.
«¡Quiero saliiiiiiir!»
La gata mayor miró al joven fotógrafo zen y éste se encogió de hombros. «Qué quieres que te diga, hija. Estaba en medio del supermercado. Flipante.»
Los dos hermanos Golpe y Porrazo se acercaron al carrito, sólo para darse, en una de las vueltas alrededor del mismo el chocazo cabezón que les había conferido sus sobrenombres.
A estos fue quien vió primero la raíz cuando, con respetable esfuerzo, se asomaba por entre el pliegue lateral del carrito. «¡Gatos!», gritó y volvió a meterse en el carro. Grave error, ya que ahora ocho gatos saltaron sobre el mismo para cazar esa apetecible cosita alegre provocándoles en el juego al escondite.
El joven fotógrafo zen negó con la cabeza, se acercó y quitó uno por uno a los gatos. «Sois unas pulgas, leches. Como si no tuviéramos otros juguetes a pata. Esta viene a echar… raíces, habrá que acostumbrarse, nenes.»
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El huevo es clave.
No por las gallinas, ni el oro, ni la forma. Ya pasamos por esas tres trampas, y acabaron en el tiesto de inutilidades manifiestas.
Es por la raíz, y por lo pronto que puede estar en la playa.
Siempre que meo en la orilla pienso, mirando como las olas se llevan mi minucia, que a pesar de ser la millonesima parte de un trillon de billones de infinitos mi pis no deja de formar parte de ese mar.
Y es en esos momentos, ausente en la soledad de un pensamiento, cuando mas acompañado me siento.
El problema viene cuando termino (de mear o de pensar que a veces es indistinguible un acto de otro)… el problema, decia, es que se me han enterrado los pies en la arena mojada y los granitos de arena entre mis dedos se empeñan en arraigar a pesar de mis esfuerzos por quitarlos.
Yo justifico su impertinencia con el argumento de que en el universo todos somos todo y eso, pero ¡joder!, lo que incordia andar con arena en los zapatos.
Un besote enorme, maestro.
Pablo
A ti te voy a lamer la cara, niño.
Durante unas cuantas horas, simplemente por haberte echado muzizimo de menoz.
Si, no te muevas. Empiezan los lametazos…
Miguel
Wolfman es un fantoche y miguel furlock un mamarracho. O como dIjo yony kapuyo: iBienaventurado el bobo, porque de él será el que pague los cubatas.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”,si has tenido tiempo libre para escribir esas dos frases,que penoso es tu tiempo libre!!!!.
Un saludo Sanador(que falta te hace)Veronica Maleducada……
A la falta de inspiración y el coma etílico se le suele confundir con bravatas baratas, máxime cuando la inspiración y la plenitud se alejan a zancadas de la línea del tiempo.
Pero es confusión de la egocéntrica, y no aquella que se precia de ser el elevado estado de la mente.
Suerte muchacho, que ya te quedan menos cubatas para llegar a la línea de meta. Perdón, cervezas.
Manolo, no te alteres, que está claro quién va a pagar los cubatas…
Y de nuevo nuestro Quijote en lanzas: «ladran los perros, luego algo les espanta», o algo así más o menos, no tengo a mano el tocho del Quijote.
Saludos Miguel, yo espero que me invites a un vaso de agua alguno de estos días.
Tu mandas. Agua hay en casa. Cuchara para darle vueltas también. Y en la terraza hay sitio, mientras no lo ocupen ya del todo los alinimales.
🙂
Abrazos, espirales,
Miguel
Creo que ese día viajaré sola. Gracias por la cuchara, no había pensado, no…
Veo a Júpiter muy arriba esta noche ¿por qué será? por cierto, te iba a comentar que hace como una semana un alinimal-gato-rubio se pasea mucho por donde mi zona, cosa no frecuente ni habitual, ya que no es «su» zona, su zona está arriba y yo abajo. Siempre, cuando aparecen los animalillos, quiere decir algo.
Hoy he visto el baile tonto de un pájaro grande-negro, que, inspiradoramente hacía la corte a su hembra, la miraba, hinchaba el buche, se le veían brillar las plumillas negroazuladas, soltaba su cantito mientras la miraba, ella tan sorda, tan anti-espejo se hacía la disimulada, picoteaba aquí y allá, se hacía la distraída e interesante. Hubiera sido guapo grabarles, pero no tenía mi cámara: el móvil, y además lo tengo lleno de chorramúsica hasta los topes…
No recuerdo cómo se llama esa especie de ave, cuando mi senilidad lo permita ya lo diré a ver si me vuelve la memoria, que de tanto en tanto lo hace.
Gracias por el agua y la cuchara (eso ya lo he dicho)
hola ana,si te fijas cada dia un poco no solo veras jupiter diferente.Estamos cerca de un cambio cosmico.mira.http://chemfranqueses.wordpress.com/
Un saludo Espiral Sanador………
Ana, podrían ser mirlos, justo como los que acaban de anidar en mi patio, qué curioso…
Cachis, y yo que pensaba que los mirlos eran todo blancos o casi… pues no. Pero he estado recordando algo a través de mi frágil memoria para los catálogos de los nombres y creo que es un tordo, lo he estado buscando por internés y sí, porque son más negros, pero no recuerdo si la hembra tenía collar blanco, sólo me fijé en el macho que estaba más cerca y le brillaban las plumas del cuello, pero si en las mirlas el cuello es blanco, entonces eran mirlos… si no, tordos, y si no eso que nunca puedo recordar porque se me hace borrón y cuenta de no recordar: estorninos, pero no creo porque los estorninos están en invierno, barren las olivas de los campos y no sé si se des-a-juntan cuando es el tiempo de los ligoteos, dejémoslo en un «mir-tor-estor», una nueva especie.
Lo que sí esta mañana tempranito he visto, por fuerza porque iba muy abajo y pasó justo por encima de mí navegando: un Águila pequeña, no no era un halcón, esos no los confundo… alas enormes, vuelo planeando, hermosa… me entra júbilo cuando veo una y mira que ahora aquí, en esta zona ya es difícil ver una ya… pues algo querrá decir, esperemos que bueno. La águilas son señal de algo, a veces de que aunque las cosas se tuerzan más, todo va (por lo menos) a salir palante.
Leí el otro día un cuentecillo pequeño sobre una pluma de águila, qué pena no haber guardado el sitio: «Un hombre pensaba, sentía, necesitaba encontrar la pluma de un águila, él sabía que tener una pluma de águila significaba lo máximo, que eras bendecido para alcanzar la sabiduría, el conocimiento… Se pasó toda su vida intentando encontar una, él no podía cogerla, la tenía que encontrar o se la tenían que dar… Un día, pasados muchos años, se postró triste en un campo, medio llorando, diciendo y preguntando a dios por qué no le había bendecido con una pluma… entonces decidió desistir ya. Cuando le pasó el achuchón, miró hacia el cielo y… ¡oh, milagro! por encima de su cabeza volaba aquél/la mágica águila, impresionante, enorme. Entonces algo vino volando suavecito, cayendo hasta sus pies: LA PLUMA DEL ÁGUILA. La parábola del cuento es que no hay que pasar toda la vida emperrados en encontrar algo y sentirse infelices por ello, sino que en el momento preciso y cuando realmente lo necesitemos o lo hayamos pedido a nuestro Creador, entonces, sólo entonces, vendrá hasta nosotros» (quizás tiene alguna modificación el cuento, pero esa es la esencia).
Un plumi-abrazo patóoos y patóaaas.